Parecióme, pues, que veía un mancebo que discurriendo
por el aire daba voz de su aliento a una trompeta, afeando
con su fuerza en parte su hermosura. Halló el son obediencia
en los mármoles y oídos en los muertos, y así al punto
comenzó a moverse toda la tierra y a dar licencia a los güesos
que anduviesen unos en busca de otros; y pasando tiempo,
aunque fue breve, vi a los que habían sido soldados y
capitanes levantarse de los sepulcros con ira, juzgándola por
seña de guerra; a los avarientos con ansias y congojas,
recelando algún rebato; y los dados a vanidad y gula, con ser
áspero el son, lo tuvieron por cosa de sarao o caza. Esto
conocía yo en los semblantes de cada uno y no vi que llegase
el ruido de la trompeta a oreja que se persuadiese a lo que
era. después note de la manera que algunas almas huían,
unas con asco y otras con miedo, de sus antiguos cuerpos. A
cuál faltaba un brazo, a cuál un ojo, y diome risa ver la
diversidad de figuras y admiróme la providencia en que
estando barajados unos con otros, nadie por yerro de cuenta
se ponía las piernas ni los miembros de los vecinos. Solo en
un cementerio me pareció que andaban destrocando cabezas
y que vi a un escribano que no le venía bien el alma y quiso
decir que no era suya por descartarse della.
De EL SUEÑO DE LAS CALAVERAS pg. 18
MusicPortray Handel- Concierto para trompeta en Re
Aunque Händel (1685-1759) fue posterior a Quevedo (1580-1645) no debió de haber mucha diferencia entre las trompetas que ambos conocieron, obviando, lógicamente, que Händel era un experto.
Di un paso atrás y salíme del camino del bien, que jamás
quise retirarme de la virtud que tuviese mucho que desandar
ni que descansar. Volví a la mano izquierda y vi un
acompañamiento tan reverendo, tanto coche, tanta carroza
cargada de competencias al sol en humanas hermosuras, y
gran cantidad de galas y libreas, lindos caballos, mucha
gente de capa negra y muchos caballeros. Yo, que siempre oí
decir "Dime con quién fueres y diréte cuál eres", por ir con
buena compañía puse el pie en el umbral del camino, y sin
sentirlo me hallé resbalado en medio dél como el que se
desliza por el hielo, y topé con el que había menester,
porque aquí todos eran bailes y fiestas, juegos y saraos, y no
el otro camino, que por falta de sastres iban en él desnudos y
rotos, y aquí nos sobraban mercaderes, joyeros y todos
oficios. Pues ventas, a cada paso, y bodegones sin número.
No podré encarecer qué contento me hallé en ir en compañía
de gente tan honrada, aunque el camino estaba algo
embarazado, no tanto con las mulas de los médicos como con
las barbas de los letrados, que era terrible la escuadra dellos
que iba delante de unos jueces. No digo eso porque fuese
menor el batallón de los doctores, a quien nueva elocuencia
llama ponzoñas graduadas, pues se sabe que en sus
universidades se estudia para tósigos. Animóme para
proseguir mi camino el ver no solo que iban muchos por él,
sino la alegría que llevaban, y que del otro se pasaban
algunos al nuestro, y del nuestro al otro por sendas secretas.
Otros caían, que no se podían tener, y entre ellos fue de ver
el cruel resbalón que una lechigada de taberneros dio en las
lágrimas que otros habían derramado en el camino, que por
ser agua se les fueron los pies y dieron en nuestra senda unos
sobre otros. Íbamos dando vaya a los que veíamos por el
camino de la virtud más atrabajados. Hacíamos burla dellos,
llamábamosles heces del mundo y desecho de la tierra.
Algunos se tapaban los oídos y pasaban adelante; otros que
se paraban a escucharnos, dellos desvanecidos de las
muchas voces y dellos persuadidos de las razones y corridos
de las vayas, caían y se bajaban. Vi una senda por donde
iban muchos hombres de la misma suerte que los buenos, y
desde lejos parecía que iban con ellos mismos; y llegado que
hube vi que iban entre nosotros. Estos me dijeron que eran
los hipócritas, gente en quien la penitencia, el ayuno, la
mortificación, que en otros son mercancía del cielo, es
noviciado del Infierno. Había muchas mujeres tras estos
besándoles las ropas, que en besar algunas son peores que
Judas, porque él besó, aunque con ánimo traidor, la cara del
Justo Hijo de Dios y Dios verdadero, y ellas besan los vestidos
de otros tan malos como Judas. Atribúyolo, más que a
devoción, en algunas, a golosina en el besar. Otras iban
cogiéndoles de las capas para reliquias, y algunas cortan
tanto que da sospecha que lo hacen más por verlos en cueros
o desnudos que por fe que tengan con sus obras. Otras se
encomiendan a ellos en sus oraciones, que es como
encomendarse al diablo por tercera persona. Vi algunas
pedirles hijos, y sospecho que marido que consiente en que
pida hijos a otro la mujer, se dispone a agradecérselo si se les
diere. Esto digo por ver que pudiendo las mujeres
encomendar sus deseos y necesidades a san Pedro, a san
Pablo, a san Juan, a san Agustín, a santo Domingo, a san
Francisco, y otros santos, que sabemos que pueden con Dios,
se den a estos que hacen oficio la humildad y pretenden irse
al cielo de estrado en estrado y de mesa en mesa. Al fin
conocí que iban estos arrebozados para nosotros, mas para
los ojos eternos, que abiertos sobre todos juzgan el secreto
más escuro de los retiramientos del alma, no tienen máscara.
Bien que hay muchos buenos espíritus a quien debemos
pedir favor con los Santos y con Dios, mas son diferentes
destos de quien antes se les ve la diciplina que la cara y
alimentan su ambiciosa felicidad del aplauso de los pueblos,
y diciendo que son unos indignos y grandísimos pecadores y
los más malos de la tierra, llamándose jumentos engañan con
la verdad, pues siendo hipócritas, lo son al fin. Iban estos
solos aparte y reputados por más necios que los moros, más
zafios que los bárbaros y sin ley, pues aquellos, ya que no
conocieron la vida eterna ni la van a gozar, conocieron la
presente y holgáronse en ella, pero los hipócritas ni la una ni
la otra conocen, pues en esta se atormentan y en la otra son
atormentados, y en conclusión, destos se dice con toda
verdad que ganan el infierno con trabajos. Todos íbamos
diciendo mal unos de otros, los ricos tras la riqueza, los
pobres pidiendo a los ricos lo que Dios les quitó. Van por un
camino los discretos, por no dejarse gobernar de otros, y los
necios, por no entender a quien los gobiernan, aguijan a todo
andar. Las justicias llevan tras sí los negociantes, la pasión a
las mal gobernadas justicias, y los reyes desvanecidos y
ambiciosos, todas las repúblicas. No faltaron en el camino
muchos ecclesiásticos, muchos teólogos. Vi algunos
soldados, pero pocos, que por la otra senda, a fuerza de
absoluciones y gracias, iban en hileras ordenados
honradamente triunfando de su sangre; pero los que nos
cupieron acá era gente, que si como habían extendido el
nombre de Dios jurando, lo hubieran hecho peleando, fueran
famosos. Dos chorrilleros solos iban muy desnudos, que por
la mayor parte los tales que viven por su culpa, traen los
golpes en los vestidos y sanos los cuerpos. Andaban
cantando entre sí las ocasiones en que se habían visto, los
malos pasos que habían andado (que nunca estos andan en
buenos pasos) y nada desto les creíamos, teniéndoles por
mentirosos; solo cuando, por encarecer sus servicios, dijo
uno a los otros: "¡Qué digo, camarada! ¡Qué trances hemos
pasado y qué tragos!", lo de los tragos se les creyó, porque
hacían fe recuas de mosquitos que les rodeaban las bocas,
golosas del aliento parlero del mucho mosto que habían
colado. Miraban a estos pocos los muchos capitanes,
maestres de campo, generales de ejércitos, que iban por el
camino de la mano derecha enternecidos, y oí decir a uno
dellos que no lo pudo sufrir, mirando las hojas de lata llenas
de papeles inútiles que llevaban estos ciegos que digo:
-¡Soldados, por acá! ¿Esto es de valientes, dejar este
camino de miedo de sus dificultades? Venid, que por aquí de
cierto sabemos que solo coronan al que legítimamente
peleare. ¿Qué vana esperanza os arrastra? ¿Las anticipadas
promesas de los reyes? No siempre, con almas vendidas, es
bien que temerosamente suene en vuestros oídos "Mata o
muere". Reprehended la hambre del premio, que de buen
varón es seguir la virtud sola, y de cudiciosos los premios no
más, y quien no sosiega en la virtud y la sigue por el interés y
mercedes que se siguen, más es mercader que virtuoso, pues
la hace a precio de perecedores bienes. Ella es don de sí
misma, quietaos en ella.
De LAS ZAHÚRDAS DE PLUTÓN - Prólogo al ingrato y
desconocido lector pgs 41-43
Martin Castaño ESPECTÁCULO DANZAS CORTESANAS (RENACIMIENTO DIRECTOR ARTÍSTICO . MARTÍN CASTAÑO PALACIO DE LOS GUZMANES.LEÓN .2004
Sarao: Fiesta nocturna con baile y música.
alfreardiles Dúo Piuke cantando "Por el tucu tucu".
La chorrillera o chorrillero es un género musical tradicional argentino, con reminiscencias indígenas, "los arpegios de la guitarra suenan como los chorrillos del agua".
Quevedo se refiere a quien está todo el día en la calle al hablarnos del chorrillero, aquí pongo simplemente como curiosidad esta interpretación.
─¿Quien vendrá acompañado desta maldita ?─ decía yo;
y me parecía que aún el diablo era poca cosa para tan
maldita gente, cuando veo venir gran ruido de guitarras.
Alegréme un poco. Tocaban todos pasacalles y vacas.
─¡Que me maten si no son barberos esos que entran!
No fue mucha habilidad el acertar, que esta gente tiene
pasacalles infusos y guitarra gratisdata. Era de ver puntear a
unos y rasgar a otros. Yo decía entre mí:
─¡Dolor de la barba, que ensayada en saltarenes se ha de
ver rapar, y del brazo que ha de recibir una sangría pasada
por chaconas y folías!
de VISITA DE LOS CHISTES - A quien leyere pg.92
jnclassicalguitarist Guárdame Las Vacas - Luis de Narvaez
Guárdame las vacas, canción muy popular en la España de los siglos XV y XVI y cuya letra rezaba así: Guárdame las vacas, carillejo/ y besart'he/ sino, bésame tú a mi/ que yo te las guardaré.
audioeidos François Le Cocq - Chaconne - Rosario Cicero (Baroque Guitar) (Museo Nazionale degli Strumenti Musicali) Rome, 20 Nov. 2010
Chacona: composición musical de ritmo lento, en compás de tres por cuatro y con ciertas variaciones contrapuntísticas, con la cual se acompañaba el baile cortesano del mismo nombre de los siglos XVI y XVII.
PathologicalLute Gaspar Sanz (1640-1710) - Folias from the "instrucción de música sobre la guitarra española" (1697).
Folía: composición musical, de ritmo ternario y pausado, con la cual se acompaña el baile originario de Portugal del mismo nombre.
-Hablen por su orden -dijo la Muerte. Luego salió uno con
grandísima cólera y priesa, y se vino para mí, que entendí
que me quería maltratar, y dijo: -¡Vivos de Satanás!: ¿qué me
queréis, que no me dejáis, muerto y consumido? ¿Qué os he
hecho, que sin tener parte en nada, me disfamáis en todo y
me echáis la culpa de lo que no sé? -¿Quién eres -le dije con
una cortesía temerosa- que no te entiendo? -Soy yo -dijo- el
malaventurado Joan de la Encina, el que habiendo muchos
años que estoy aquí, toda la vida andáis, en haciéndose un
disparate o en diciéndole vosotros, diciendo: "No hiciera más
Joan de la Encina", "Daca los disparates de Joan de la Encina".
Habéis de saber que para hacer y decir disparates todos los
hombres sois Joan de la Encina, y que este apellido de Encina
es muy largo en cuanto a disparates. Pero pregunto si yo hice
los testamentos en que dejáis que otros hagan por vuestra
alma lo que no habéis querido hacer. ¿He porfiado con los
poderosos? ¿Teñíme la barba por no parecer viejo? ¿Fui viejo
sucio y mentiroso? ¿Enamoréme con mi dinero? ¿Llamé favor
el pedirme lo que tenía y el quitarme lo que no tenía?
¿Entendí yo que sería bueno para mí el que a mi intercesión
fue ruin con otro que se fió dél? ¿Gasté yo la vida en
pretender con qué vivir, y cuando tuve con qué no tuve vida
que vivir? ¿Creí las sumisiones del que me hubo menester?
¿Caséme por vengarme de mi amiga? ¿Fui yo tan miserable
que gastase un real segoviano en buscar un cuarto incierto?
¿Pudríme de que otro fuese rico o medrase? ¿He creído las
apariencias de la fortuna? ¿Tuve yo por dichosos a los que al
lado de los príncipes dan toda la vida por una hora? ¿Heme
preciado de hereje y de mal reglado en todo y peor contento,
porque me tengan por entendido? ¿Fui desvergonzado por
campear de valiente? Pues si Joan de la Encina no ha hecho
nada desto, ¿qué necedades hizo este pobre de Joan de la
Encina? Pues en cuanto a decir necedades, ¡sacadme un ojo
con una! ¡Ladrones, que llamáis disparates los míos y parates
los vuestros! Pregunto yo: ¿Juan de la Encina fue acaso el que
dijo "haz bien y no cates a quién"?, siendo contra el Espíritu
Santo, que dice "Si bene feceris scito cui feceris, et erit gratia
in bonis tuis multa", si hicieres bien, mira a quién. ¿Fue Joan
de la Encina quien, para decir que uno era malo, dijo "es
hombre que ni teme ni debe", habiendo de decir que "ni teme
ni paga", pues es cierto que la mejor señal de ser bueno es ni
temer ni deber y la mayor de la maldad ni temer ni pagar?
¿Dijo Joan de la Encina "de los pescados el mero, de las
carnes el carnero, de las aves la perdiz, de las damas
Beatriz"? No lo dijo, porque él no dijera sino "de las carnes, la
mujer; de los pescados, el carnero; de las aves, la Ave María,
y después la presentada; de las damas, la más barata". Mirá si
es desbaratado Joan de la Encina. No prestó sino paciencia,
no dio sino pesadumbre; él no gastaba con los hombres que
piden dinero ni con las mujeres que piden matrimonio. ¿Qué
necedades pudo hacer Joan de la Encina, desnudo por no
tratar con sastres, que se dejó quitar la hacienda por no haber
de menester letrados, que se murió antes de enfermo que de
curado para ahorrarse el médico? Solo un disparate hizo, que
fue, siendo calvo, quitar a nadie el sombrero, pues fuera
menos mal ser descortés que calvo, y fuera mejor que le
mataran a palos porque no quitaba el sombrero, que no a
apodos porque era calvario. Y si por hacer una necedad anda
Joan de la Encina por todos esos púlpitos y cátredas con
votos, gobiernos y estados, enhoramala para ellos, que todo
el mundo es monte y todos son Encinas.
de VISITA DE LOS CHISTES - A quien leyere pgs. 98-99
ccgiovannibardi Hoy comamos y bebamos- Coro de Cámara Giovanni Bardi Juan del Enzina (1468-1529)
Los textos proceden de la edición de I. Arellano, publicada en Madrid, Cátedra, 1996.
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de
septiembre de 1580 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645)
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